Una mirada a partir del recuerdo

Por Eva Matarazzo

La obra de Ibarzábal nos sumerge en un interesante viaje hacia la memoria y el pasado. El tiempo se presenta como fragmentado y la historia se construye como un rompecabezas cuyas piezas se esparcen desordenadas.

El espacio escénico remite al interior de una casa ubicada en algún barrio de las afueras de la ciudad. Los objetos retro (tocadiscos, teléfonos, juegos de mesa), el estilo de los muebles y los colores pastel, nos ambientan a principios de los años 80.

Una luz brillante emana del exterior de la casa, podría ser el comienzo del día pero también el ingreso a una temporalidad encantada. Una mujer mayor mira por la ventana del living. Su pelo es largo y blanco, sus desplazamientos son lentos. Espera, piensa, vuelve a observar. Paralelamente comienza a desarrollarse en el comedor una escena entre un padre y su hijo, en la que se advierte cierta preocupación, pero al mismo tiempo ternura. El resto de los personajes (la madre, el otro hijo y un hombre que aparece en silencio con su guitarra), se suman para construir distintos acontecimientos.

El misterio asoma en toda la obra como un destino incierto y el espectador es en este caso un participante activo en el armado del relato. Es muy interesante ver cómo está enfocada la historia desde el punto de vista del personaje. Adela, su marido y sus dos hijos componen un universo enrarecido, en el que la fragilidad se percibe en el aire, y la sensación de que algo está por romperse está siempre presente.

La puesta de Andrea Garrote es muy acertada, un espacio “hiper- realista” pero a la vez onírico, nos sumerge en este ambiente extrañado. El diseño escenográfico y la iluminación de Santiago Badillo, potencian esta idea, y aportan belleza en cada imagen. El diseño de vestuario de Lara Sol Gaudini juega también en esta línea. La reconstrucción de los años 80’, está muy bien lograda y se advierte hasta en los mínimos detalles.

El trabajo de los actores es también otro de los puntos a destacar. Laura López Moyano, interpreta a una Adela con muchos matices, que puede atravesar por distintos estados emocionales, entrar y salir de las situaciones. Amanda Busnelli hace también una importante labor y consigue sostener un registro distinto al resto, con un mundo interior muy intenso. Mariano Sayavedra logra un padre contenido, pero a la vez con una interesante carga dramática. Valentino Grizutti, también se desempeña muy bien como el hijo mayor, que se rebela ante la fragilidad y el desequilibrio de su madre. Emilio Vodanovich, como el hijo menor, con tan solo 11 años demuestra ser un gran actor, con un dominio escénico y una sensibilidad increíbles. Federico Marquestó, además de componer la música original y tocar en vivo su guitarra, representa a un personaje ubicado en otro tiempo y en otro plano, su aparición será reveladora para comprender la trama.
La música será a su vez un punto de encuentro, un retorno nostálgico hacia aquellos instantes de felicidad compartidos.

Una obra distinta, conmovedora pero alejada de los lugares comunes, en la que los recuerdos, la vigilia y el sueño se funden en simultáneo. Un complejo entramado de relaciones que el espectador tendrá que ir develando.

Ficha técnico artística
Autoría: Teo Ibarzábal
Actúan: Amanda Busnelli, Valentino Grizutti, Laura López Moyano, Mariano Sayavedra, Emilio Vodanovich
Vestuario: Lara Sol Gaudini
Escenografía: Santiago Badillo
Iluminación: Santiago Badillo
Música original: Federico Marquestó
Asistencia de dirección: Matías López Stordeur
Producción: Silvia Oleksikiw
Dirección: Andrea Garrote
Web: https://www.teatrocervantes.gob.ar/
Clasificaciones: Teatro, Adultos
TEATRO NACIONAL ARGENTINO – TEATRO CERVANTES
Libertad 815 CABA
Teléfonos: 4816-4224
Web: http://www.teatrocervantes.gob.ar/
Jueves, Viernes, Sábado y Domingo a las 21:00 hs
Entrada $280