“Y… revolvéme ese risotto”

Por Néstor De Giobbi

En el marco de la Usina del Arte, en el pintoresco barrio de La Boca, y repitiendo la experiencia de hace unos meses en la misma sala, Pablo Alarcón y su equipo de actores-músicos-cocineros-colaboradores, ofrecieron en el mediodía de sábado a un grupo de 250 comensales-espectadores-degustadores una atípica experiencia gastronómico-teatral.

Se trata del conocido espectáculo “El cocinero. (Una historia brutal de la comida)”, el cual el actor viene presentando desde hace casi dos décadas, con algunas variaciones de elenco, texto y hasta de título, y con el cual alguna vez fuera galardonado con el Premio ACE al mejor espectáculo de café-concert.

Con una antesala consistente en la degustación en un patio cerrado de su ya célebre risotto con hongos preparado desde temprano por el protagonista y sus “asistentes de escenario y cocina”, todos debidamente ataviados para la ocasión como clownescos cocineros, y habiendo saboreado el plato regado con alguna que otra copa de vino, actores y públicos pasaron a la Sala de Cámara donde tendría lugar la función.

En ella, el menú comprende anécdotas y canciones, bromas y disparates, todas girando en torno a la comida y haciendo pie en algunos platos y momentos que pasaron a la historia de la mano. Aunque, ..convengamos… que en la mayoría de los casos, en versiones bastante antojadizas, como por ejemplo la de la creación del “Revuelto Gramajo”.

En la “carta” de esta invitación hay lugar para todo: “Luna tucumana” junto a la muy francesa “Las hojas muertas”, menciones a insumos gastronómicos como “El choclo”, y hasta una pizca de nostalgia para los que tenemos más 30…: la breve e inesperada visita del “Topo Gigio”, ya que Ernesto “Corcho” Segall, (uno de los músicos y actores que acompañan a Alarcón) fue, nada menos, que la voz oficial del inolvidable ratoncito creado por la recientemente desaparecida María Perego, y que fuera astro indiscutible de la televisión mundial en las décadas del 70 y 80.

Con la expectativa del regreso en una próxima temporada, y con el saludo final del “Buenos días,.. Buen provecho…”, los asistentes al almuerzo salimos a caminar disfrutando del tibio sol de noviembre por la Vuelta de Rocha, haciendo realidad aquello de “Panza llena…y corazón contento”.