Una tragedia bien argentina

Por Eva Matarazzo

Al ingresar al hall del Teatro Nacional Cervantes observamos algunos objetos que remiten a recuerdos familiares y otros que son las huellas de un viejo parque de diversiones. Este espacio nos permite adentrarnos en un universo nostálgico – lúdico y al mismo tiempo sentirnos inmersos en la historia que luego vamos a espectar.

Otra particularidad de la puesta de Bartís es que el escenario de la sala María Guerrero está invertido y el público accede por la parte trasera de la sala. Este ingreso nos permite además asistir a la trastienda del teatro, como si fuésemos parte del personal y en el recorrido hacia la sala ver en los monitores algunos reclamos gremiales. Ya en la sala, nos encontramos con un escenario recortado y las butacas montadas sobre parte del mismo. De esta manera se genera un efecto de proximidad con el hecho teatral de forma más directa y visceral, porque justamente una de las características del teatro de Bartís, es que sea vivido como experiencia basada en la actuación. Al mismo tiempo, las plateas, balcones y luces del teatro, quedan por detrás de la escenografía, representando de cierta manera poética parte de la decoración del parque de diversiones.

La gesta heroica transcurre en una  casa familiar ubicada en Santa Teresita (Municipio de la Costa), que comparte terrenos con un antiguo y abandonado parque de diversiones denominado de esa manera. Allí, vemos a un padre enfermo, su hijo Lorenzo y su hija Elena (que viene de la iglesia), esperando a Ernesto, el hijo mayor que llegará de Buenos Aires para firmar los papeles de la herencia. Al mismo tiempo suena de fondo el audio del televisor con el clásico filme Rey Lear interpretado por Laurence Olivier, que el padre mira una y otra vez como parte de sus rutinas. Esta intertextualidad se remarca además de tener puntos en común con el  conflicto, con algunos pasajes del texto original de W. Shakespeare que el padre repite al ver la película.

En medio de un clima muy tenso que se irá poniendo cada vez más espeso y sórdido, las miserias humanas saldrán para dejar al descubierto a estos seres vulnerables, transformando el mundo familiar en un verdadero campo de batallas. Así, al igual que los juegos del parque de diversiones, aquel pasado supuestamente feliz quedará derrumbado y oxidado, y la herencia será en una trampa de la cuál los hijos no podrán salir.

Con un lenguaje costumbrista que juega entre los límites de la comedia y la tragedia, las actuaciones de Luis Machín (El padre), Facundo Cardosi (Lorenzo), Martina Carrasco (Elena) y Martín Mir (Ernesto), tienen un potente y sostenido in crescendo dramático. Un trabajo donde el cuerpo del actor es protagonista y todo lo que ocurre en escena se convierte en un hecho vivo.

Se destaca también el bello y detallado trabajo escenográfico de Paola Delgado, que imprime un tratamiento antiguo al ambiente y los objetos, y el diseño lumínico de Jorge Pastorino, que utiliza una gama de ocres y sepias para acentuar el carácter nostálgico y mísero del espacio.

Como versa el programa de mano, La gesta heroica  formula un interrogrante: «¿Qué produce la tragedia, la falta de amor o su exceso?» Un pasado feliz pero imposible de recuperar y un presente en el que lo heredado parece no dar una posible salida. Una metáfora quizás también de nuestro país, cuyos excesos y no precisamente de amor, nos dejaron como herencia una deuda que nos marcará por un largo tiempo. 

Ficha técnico/artística: 

Con Facundo CardosiMarina Carrasco, Luis Machín y Martín Mir 

Diseño de sonido: Lolo Micucci
Diseño de iluminación: Jorge Pastorino
Diseño de escenografía y vestuario: Paola Delgado
Colaborador artístico: Domingo Romano

Dirección: Ricardo Bartís

Producción TNC Silvia OleksikiwNadia Crosa y Anabella Iara Zarbo Colombo
Asistencia de dirección TNC Gladys Escudero y Marcelo Mendez