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Vitalicios, la obra de José Sanchis Sinisterra dirigida por Mónica Benavídez, trasluce con crudeza el funcionamiento de un sistema kafkiano y perverso que desecha todo aquello que le genera “gastos”.
La historia se desarrolla en el quinto subsuelo de una dependencia estatal. Allí, tres empleados repasan los nombres que figuran en una larga lista de personalidades artísticas para llevar adelante la misión que se les asignó: reducir la nómina de los Premios Vitalicios. La trama deja ver que existió en un pasado relativamente reciente, una época de bienestar en la que el gobierno estableció estos premios para artistas especialmente destacados, pero que ahora se transformaron en una carga para el Estado. La solución se centra entonces en un sorteo arbitrario con el que se asigna a cada persona en la rúbrica un: SI, NO o INTERROGANTE, con el que inevitablemente quedan un gran número de excluidos. Y tal como lo expone Vitalicios, en esta sociedad del descarte el fin siempre justifica los medios, hasta los más terribles.
En esta comedia negra el humor es un condimento esencial para sortear la terrible situación que se plantea y que aunque se lleva al límite, no parece estar tan alejada nuestra realidad. Escrita por el prestigioso dramaturgo español Sanchis Sinisterra, habla de un fenómeno que nos afecta de cerca, como es el recorte presupuestario en el área de cultura y el considerar desechables a les artistas.
Mónica Benavidez propone una interesante puesta en la que juega con la profundidad del espacio escénico que además está muy bien aprovechado. El diseño escenográfico de Eduardo Spíndola aporta mucho a la construcción de este lugar atiborrado de estanterías metálicas con expedientes, que conforman el hábitat subterráneo en el que se mueven estos desdichados personajes. Su único contacto con el exterior es por medio de un altoparlante y un handy por los que reciben órdenes. Hay además un montaplatos por el que llegan objetos y nuevas instrucciones. Este último elemento además de ser una clara referencia de la obra de Harold Pinter, crea cierto misterio porque por momentos da descargas eléctricas a quienes se acercan.
Carlota (María Rosa Frega), Basilio (Pablo Flores Maini) y Adrianita (Cecilia Cósero), los empleados de este sector, son personajes oscuros pero grotescos. Han participado en anteriores operaciones clandestinas de recortes sociales en el campo de las pensiones, viajes de la tercera edad y en las asignaciones de la iglesia en los impuestos, o en el robo del patrimonio artístico. Sus vidas son bastante miserables y conviven con sus particularidades encerrados en este lúgubre espacio, pero tratando de cumplir sus funciones con la “obediencia debida”. La construcción de estos personajes está también muy bien lograda, les actores pasan por momentos muy graciosos y desopilantes, pero también dejan ver la fragilidad y el temor de estos sujetos que deben ejecutar terribles acciones para mantener sus puestos de trabajo.
Una propuesta muy recomendable, con mucho humor pero al mismo tiempo con una aguda crítica social.
Ficha técnica:
Autor: José Sanchis Sinisterra
Actúan: Cecilia Cósero, Pablo Flores Maini y María Rosa Frega
Dirección: Mónica Benavidez
Escenografía: Eduardo Spíndola
Vestuario: Jorgelina Herrero Pons
Luces: Horacio “Chino” Novelle
Musicalización: Sergio Klanfer
Diseño gráfico: Leandro M. Correa
Fotografía: Ana María Ferrari
Asistencia fotográfica: Walter César Remus
Prensa: Paula Simkin
Asistencia de producción: Rocío Cárcano
Asistencia de dirección: Claudia Díaz
Funciones: Viernes 20hs.
Teatro: La Carpintería (Jean Jaurés 858)
A partir del viernes 09/10 en el Crisol Teatro (Malabia 611) a las 20.30 hs
Entradas https://publico.alternativateatral.com/entradas79576-vitalicios?o=14